Esta impresionante construcción es mucho más que solo un techo bonito. Conoce aquí la interesante historia del Gran Hotel de la Ciudad de México.
Existen lugares que todo capitalino siempre quiere presumir cuando lo visita algún amigo foráneo o extranjero. Espacios que, aunque nunca hayamos cruzado sus puertas, vale bien la pena detenerse a admirar por su belleza.
Uno de esos sitios es el Gran Hotel de la Ciudad de México, localizado en la avenida 16 de Septiembre, prácticamente frente al Zócalo.
Más que un techo
Si tú ya lo conoces, seguramente te dejó sorprendido el espectacular techo art nouveau que cubre su vestíbulo, el cual está revestido con deslumbrantes y coloridos vidrios Tiffany.
Sin embargo, este recinto no siempre fue hotel ni atractivo turístico. De hecho, su historia se remonta casi a los primeros años del México virreinal.
500 años de historia del Gran Hotel de la Ciudad de México
El espacio que hoy ocupa el Gran Hotel de la Ciudad de México perteneció al conquistador español Rodrigo de Albornoz, un personaje que posteriormente ocuparía diversos cargos políticos en ausencia de Hernán Cortés.
De acuerdo con los registros, hacia 1526, es decir, apenas cuatro años después de la caída de Tenochtitlan, De Albornoz construyó su casa en este terreno. Lo cual demuestra su importancia, pues se ubicaba en pleno corazón de la nueva capital novohispana.
Con el paso del tiempo, los portales de la gran casona del español dieron abrigo a diversos comercios, entre ellos un establecimiento dirigido por los frailes agustinos: una especie de premonición de lo que pasaría años más tarde con el predio.
De casa solariega a centro comercial
Más de 300 años después, en 1895, los portales fueron demolidos para dar paso a lo que sería el primer centro comercial de la Ciudad de México, un concepto recién llegado a nuestro país de la mano del francés Sébastien Robert. Bajo el nombre de Centro Mercantil, el nuevo complejo fue terminado en 1899, y el corte del cordón inaugural corrió a cargo del entonces presidente Porfirio Díaz.
En este flamante lugar se podía enviar telegramas y hacer llamadas telefónicas. También adquirir joyas, prendas, artículos de lujo y los primeros electrodomésticos, todo llegado de Europa pero sobre todo de Francia.
Lo que también llegó del país de la baguette y el croissant fue el estilo decorativo del edificio. El art nouveau, corriente artística de la cual el Centro Mercantil fue uno de sus primeros exponentes en la capital. Así, para rematar los lujosos decorados de este “mall porfiriano”, los dueños encargaron al artista Jacques Grüber la fabricación de una vidriera de colorido vidrio Tiffany para el techo. Esta fue terminada en 1908 y aún se conserva 114 años después.
El nacimiento del Gran Hotel de la Ciudad de México
El Centro Mercantil dejó de existir en 1958, pero 10 años más tarde, en 1968, el bello edificio que le dio cabida se transformó en un hotel Howard Johnson, justo a tiempo para el inicio de los Juegos Olímpicos de México 68. Tal fue la fama de esta propiedad que en ella se hospedaron personalidades como Cantinflas o María Félix.
Finalmente, tras una intensa remodelación y renovación llevada a cabo entre 2003 y 2005, el recinto adquirió nueva vida e identidad bajo el nombre oficial de Gran Hotel de la Ciudad de México. Entre las modificaciones que más destacan está la reducción de sus habitaciones a solo 60 (para ofrecer un mejor servicio). También la mejora de su terraza, uno de los mejores spots para comer y beber mientras se admira la inmensidad del Zócalo, el Palacio Nacional y la Catedral Metropolitana.
Y tú, ¿ya conoces este emblema de la CDMX?