En los canales de Xochimilco puedes encontrar mucha vegetación, fauna impresionante, leyendas y un castillo blanco poco conocido y el cual es objeto de curiosidad de propios y ajenos.
Muchos barrios en la CDMX tienen un encanto lleno de magia y misterio. Leyendas de acontecimientos prehispánicos y de la colonia rondan por calles y callejones de lugares como Coyoacán, el Centro Histórico, Tlatelolco y Tlalpan. Xochimilco es uno de estos lugares donde el turismo se ha afianzado en estas leyendas, como la de La Llorona, que se representa en noviembre de cada año en el embarcadero de Cuemanco, o las rutas de trajineras que incluyen en sus paseos una visita a La Casa de las Muñecas.
Sin embargo, aún quedan lugares que aún no han adquirido ese nivel de popularidad. Aún. Uno de ellos está en una chinampa, en el barrio de San Diego. Ya sea en trajinera o a pie, llegando desde el jardín central de Xochimilco, cerca del embarcadero de Nativitas, camina hasta el callejón de Tlachitongo. En medio de la vegetación y de las casas, se levantan unas torres blancas. Has llegado al Castillo de Xochimilco.
El color blanco de sus muros contrasta de inmediato con el colorido entorno y se refleja en las aguas de los canales como si se tratara de un espejismo. El edificio de estilo colonial de dos pisos cuenta con dos torres, desde las cuales, algunos afirman, vigilaba celosa una princesa que soñaba con tener un castillo rodeado por cocodrilos para ser protegida, y consiguió tener este lugar con ajolotes resguardándola.
El misterio detrás
La realidad es que pocos saben quién fue el dueño original de las chinampas donde está el castillo, y las versiones más cercanas a la realidad relatan que la esposa del propietario antes de casarse vivía en un castillo en Europa y le pidió a su marido edificarlo para no sentir tanta nostalgia por su vida anterior.
Lo único que es seguro es que este edificio fue construido entre las décadas de 1930 y 1940. Algunos pobladores relatan que durante algún tiempo, el dueño del lugar permitía que los alumnos de las escuelas primaria y secundaria aledañas hicieran en su interior sus fiestas de graduación.
En algún momento, la propiedad del castillo pasó a otro dueño, el cual no permite el acceso desde que tomó posesión del mismo, e incluso, las gestiones para que se convirtiera en una casa de cultura nunca fructificaron. Así las cosas, no hay nadie que sepa cómo luce realmente en su interior y las únicas imágenes disponibles son las que algunos fotógrafos han podido hacer con drones. Sin embargo, puede contemplarse este curioso lugar desde la distancia, el cual se ve un poco deteriorado y sufrió algunos daños en su fachada después del terremoto de 2017. Todo lo anterior hace que su aura de misterio aumente.
Así que, la próxima vez que hagas un viaje en trajinera, pídele al conductor que agregue esta parada a la ruta.