Más de 400 años de tradición se conjuntan cada domingo en este lugar del Centro Histórico, donde lo que para algunos es un vejestorio, para otros es un tesoro.
Aunque se especializa en antigüedades, en este legendario tianguis encuentras de todo: muebles, ropa, zapatos, comida, discos de vinil, peluquería, accesorios… Sus puestos abarcan cuatro calles y puede parecer un laberinto. Aquí te damos una guía para que no te pierdas y le saques todo el provecho en tu próxima visita.
1. Antigüedades
A pocos pasos del cruce entre Lázaro Cárdenas y Avenida Reforma, puedes comenzar a ver a la distancia los puestos callejeros que se instalan cada domingo entre las calles de Comonfort, Jaime Nunó, González Bocanegra y Matamoros. Los primeros a la vista son los que todos codician más: antigüedades. Aquí, los anticuarios se dan cita para vender piezas de todo tipo para todo aquel que busque ya sea restaurarlas, añadir piezas a alguna colección, usar como utilería para obras de teatro o sets de cine, o simplemente por el placer de adquirir algo con historia. Libros, vajillas, ropa de diseñador, accesorios, muebles, porcelana, cristalería, juguetes, exvotos, revistas, monedas antiguas, fotografías, máquinas de escribir, discos de vinil, lo que sea.
2. Ropa, accesorios y ¿peluquería?
Conforme te adentras en las calles del tianguis, el tipo de puestos va mutando y comienzan a aparecer jeans, chamarras, zapatos, playeras, cinturones. Aquí puedes encontrar lo necesario para armar un buen guardarropas a muy bajo costo y no solo para ti, sino para toda tu familia. Hay muchas marcas de diseñadores independientes urbanos con prendas inspiradas en la cultura popular internacional y mexicana. Aquí también puedes ver joyería y accesorios con diseños originales y materiales diversos como acrílico, cuarzos, plata, entre otros. Y si mientras adquieres unos lentes de sol vintage notaste que a tu look le hace falta una retocadita, solo debes caminar un poco hacia Reforma para encontrar alguno de los puestos que cuentan con servicio de peluquería o manicure.
3. Comida y bebida
Ya que el tianguis es extenso y puedes pasar horas recorriéndolo, es un alivio que la oferta de comida sea vasta. Desde los clásicos antojitos como quesadillas y tacos, hasta la típica barbacoa dominical, pasando por alitas, tortas, mixiotes, helados. Un clásico de este tianguis son sus micheladas. Enormes vasos escarchados con chamoy y chile, llenos de cerveza con jarabe de tamarindo y limón te ayudarán a mantenerte fresco mientras visitas los puestos. Si quieres algo más gourmet, te recomendamos La Tappería de Comonfort, un lugar a pie de calle donde puedes armar tu propia tapa y beber clericot blanco o tinto.
Información práctica
- Si prefieres evitar aglomeraciones y caminar entre los puestos a tus anchas, el mejor horario para visitar el tianguis de La Lagunilla es entre las 10:00 y 12:99 del día. Pasada la 1:00 de la tarde, conforme se acerca la hora de la comida, el lugar comienza a llenarse de gente.
- En cuanto a vestuario, lo ideal es ser muy minimalista, cargando solo lo indispensable (cartera, celular siempre en los bolsillos del frente para evitar malos ratos) y llevar ropa y zapatos cómodos, pues caminarás durante muchas horas y no hay muchas opciones dónde sentarse a descansar, a menos que adquieras tu silla Eames al inicio de tu visita.
- No importa el día que vayas, salvo que el pronóstico sea lluvia, además de bloqueador, lleva gorra y lentes de sol. No todos los puestos están bajo sombra y no quieres insolarte a medio paseo.
- Como en toda excursión turística, hay que mantenerse hidratado, y aunque la oferta de bebidas es abundante, lleva una botella de agua contigo, por si en algún momento te da sed y no hay puestos de bebidas cercanos.
- Trata de llevar efectivo suficiente para que no estés buscando un cajero y corras el riesgo de que el artículo que encontraste se venda. Te recomendamos billetes de baja denominación para evitar perderte una buena oferta en lo que consigues cambio.
- En cuanto al regateo, en especial de las antigüedades, es cuestión más bien de suerte y conocimiento. Los vendedores saben que cuentan con piezas únicas y muchos de ellos conocen su valor no solo monetario sino histórico o hasta sentimental (aunque hay otros que son muy buenos ficcionistas y pueden relatar historias dignas de novela histórica) así que será difícil pero no imposible, que consigas mejorar el precio.