En una época en la que la música romántica buscaba nuevas voces, José José irrumpió como un huracán. Su interpretación de El Triste en el Festival de la Canción Latina de 1970, celebrado en CDMX, dejó al público sin palabras y marcó el inicio de una leyenda. No era solo su voz —cálida, emotiva e inconfundible—, era su forma única de llegar con cada nota a lo más profundo del corazón. Desde entonces, sus canciones han sido la banda sonora del amor, las reconciliaciones y las despedidas. Porque hay muchos artistas que se escuchan, pero José José es de esos pocos que se viven.
CDMX, el escenario donde se le alzó el telón a la leyenda
Hablar de José José es hablar de CDMX, la ciudad que lo vio nacer y donde sus sueños comenzaron a tomar forma entre boleros y acordes. Allí, en la colonia Clavería de Azcapotzalco, un joven José Rómulo Sosa Ortiz, hijo de tenor de ópera y pianista, creció con la música en las venas y un talento innegable. Un talento que pronto lo llevó a actuar en locales como El Tropicana junto a su primo y un amigo, antes de emprender vuelo en solitario y comenzar una de las carreras más icónicas de la música en español.
Porque sí, CDMX también lo vio triunfar. Desde su gran actuación en el Festival de la Canción Latina —donde se llevó el tercer lugar—, hasta las míticas noches en El Patio. Incluso tras su partida en 2019, la ciudad le devolvió (y continúa haciéndolo) todo su amor con homenajes multitudinarios, como el emotivo concierto en el Zócalo, que reunió a miles de admiradores para despedirlo como lo que siempre fue: una leyenda.
Un tributo íntimo para celebrar al eterno romántico
Entre la luz de miles de velas, Candlelight volverá a hacer brillar el legado del artista con un formato que convertirá lo que podría ser un simple homenaje en una experiencia musical única. Este enero, entra en El Cantoral y sé testigo de una velada llena de emoción y de magia, donde los éxitos Amar y Querer, Almohada, El Triste o Gavilán o Paloma volverán a acariciar tus oídos, esta vez de la mano de Acosta2.
José José dejó una huella que el tiempo no ha podido borrar. Su música, llena de sentimiento y matices propios, sigue resonando como un eco eterno en México, así como en el resto de países hispanohablantes. Ahora su grandeza será rememorada bajo el resplandor de las velas, en un tributo a la altura de un auténtico «príncipe».