Además de su arquitectura colonial, en San Miguel de Allende hay un santuario dedicado a la arquitectura surrealista. Conoce Ranchito Cascabel, un espacio encantador en Guanajuato.
Andrés Bretón, escritor francés fundador del surrealismo, alguna vez declaró que México era el país más surrealista del mundo. Años después, luego de que visitara el país, Salvador Dalí lo corroboró afirmando que nunca volvería a viajar aquí: “No soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas”. Y México se empeña en demostrar que es verdad, que hay algo en su tierra, en el aire, en el agua, que inspira a muchos a recrear trazos y estructuras que parecen salir del subconsciente.
Tal es el caso de Tim Sullivan, un estadounidense radicado en San Miguel de Allende quien, luego de adquirir una propiedad, edificó una casa inspirada en el arquitecto surrealista catalán Antonio Gaudí, del cual es ferviente admirador. Con ayuda de Steve Kornher y Bos Hoss, Ranchito Cascabel se volvió una realidad. Aquí, salvo una barda edificada recientemente, todo desafía la lógica arquitectónica tradicional.
Formas por doquier
Al más puro estilo gaudiano, los muros, techos, ventanas, escaleras, columnas, todo carece de líneas rectas. Tomando como punto de partida las formas orgánicas que tiene la naturaleza, ya sean plantas, hongos, animales o rocas, esta colorida casa —que podría parecer estridente,— resulta acogedora e hipnotizante. A la entrada te reciben un arco sobre el cual descansan dos de las muchas esculturas de serpientes de cascabel que hay en el lugar, el animal favorito de Sullivan y razón por la cual el lugar recibe su nombre.
Estas piezas fueron comisionadas a Bill Montgomery, amigo de Sullivan, herpetólogo y artista radicado en Austin, Texas. De hecho, mucho de la casa —como las esculturas, los adornos, los murales o los muebles— fue hecho por vecinos y amigos de Sullivan, así como artesanos locales. Conforme avanzas por el lugar, te ves transportado a otros mundos donde una flor gigantesca alberga una mesa para comer, una cola de sirena hace el remate de un muro y unas enormes burbujas azules resguardan la cocina.
Por donde vaya la mirada del visitante, hay formas abultadas que semejan bulbos, raíces, caracoles, cuevas. Al igual que en muchas estructuras de Gaudí, el piso y algunos muros tiene patrones caprichosos formados por azulejos de diversos colores y en ninguna ventana encontrarás una sola línea recta, lo cual da una sensación de fluidez entre el interior y el exterior.
Interesante por dentro y por fuera
Y hablando de exteriores, no podemos dejar de mencionar su magnífica fuente con dos esculturas de… ¿sirenas?, ¿aliens? y su cancha de tenis, la cual, evidentemente parece todo menos una cancha de tenis: en el suelo hay un laberinto circular que recuerda los mandalas hinduístas y budistas. Cabe destacar que la casa es sustentable, por lo cual tiene un sistema de captación de agua de lluvia, baño en seco, paneles solares y un vivero.
Timmyland, como también se le conoce a este lugar, no está abierto al público como tal pues sigue siendo propiedad privada, sin embargo Sullivan permite el acceso en ocasiones a través de agentes de viajes tales como Yeyastrips, Viajes Artemis, Touryck Travel, que organizan las visitas que incluyen un guía que te contará más de la historia de este sitio y podrá resolver tus dudas. Así que ya sabes, la siguiente vez que te encuentres en San Miguel de Allende, prepara tu cámara y date una vuelta a este increíble lugar.