Este es uno de los sitios con mayor relevancia en el Día de Muertos en la ciudad. Te damos una guía para que aproveches tu visita.
Cada año, el pueblo de San Andrés Mixquic, en la alcaldía de Tláhuac, se llena de luces y colores para rendir homenaje a los muertos en su día. Este lugar es uno de los barrios mágicos de la Ciudad de México, el equivalente a los pueblos mágicos en el resto del país, debido a que su historia y cultura son testimonio viviente de la mezcla de tradiciones prehispánicas y coloniales, tal y como sucede con la celebración del Día de Muertos.
Durante septiembre y octubre, las autoridades y las familias de Mixquic pasan varias semanas preparando todo para rendir homenaje a sus amigos y familiares que ya partieron. Desde la comida, los elementos que adornarán las tumbas, hasta los altares y eventos en torno a la celebración, todo es cuidadosamente organizado. Y aunque la celebración principal se lleva a cabo los días 1 y 2 de noviembre, puedes visitar este lugar desde uno o dos días antes.
Prepara tu visita
Para llegar a Mixquic, puedes tomar metro y autobús, aunque este recorrido toma entre dos a tres horas. Lo ideal es ir en auto y tomar Periférico en dirección sur hasta Avenida Tláhuac y después la desviación hacia Mixquic. Debido a que son días de mucha concurrencia, es probable que el camino te tome más de lo normal, así que llega con tiempo y mucha paciencia.
Conforme vayas acercándote al pueblo, te toparás con improvisados “viene-viene” que te ofrecerán espacio para dejar tu auto. Lo recomendable sería optar por un estacionamiento pero estos se llenan de inmediato, así que puedes dejarlo con ellos, pagando una cuota que normalmente no excede los 100 pesos. Trata de recordar las calles en donde te estaciones, para que no termines vagando más tiempo que las almas de los muertos.
Como en cualquier excursión o visita a algún pueblo, es recomendable ir con ropa cómoda y sobre todo, una chamarra, pues por la noche la temperatura desciende mucho.
Una vez ahí
Cuando llegues, solo debes seguir a la multitud que se encamina al centro del pueblo, donde está la iglesia y el cementerio. En el camino comenzarás a ver las fachadas de las casas adornadas con papel picado y flores de cempasúchil y algunos altares. También verás los primeros de muchísimos puestos de comida. Aquí encontrarás todo tipo de antojitos mexicanos: quesadillas, gorditas, tacos, sopes, helados, gelatinas, elotes, esquites, aguas frescas, pulque, dulce de calabaza y, por supuesto, pan de muerto. Te recomendamos llevar efectivo para no quedarte con el antojo de nada.
En este punto, puedes ya sacar tu cámara, pues las calles se comienzan a llenar no solo de visitantes, sino de gente caracterizada de catrinas (y uno que otro personaje halloweenesco rezagado). Si gustas, puedes planificar con antelación y llegar con tu atuendo para entrar en el mood, o si el maquillaje artístico no se te da, puedes ir con alguna de las maquillistas que se encuentran en el lugar y ponerte a tono con la festividad.
Al llegar a la parroquia de San Andrés, encontrarás una larga fila. No dejes que la cantidad de gente te desanime, la espera bien vale la pena. Conforme se mete el sol, suenan las campanas del templo y comienza la famosa Alumbrada, que es el momento en el cual los familiares que han adornado las tumbas con semillas, hojas, fruta, comida, papel picado y flores, encienden las velas para alumbrar el camino a casa de sus muertos, a quienes dan la bienvenida con todo y mariachi. El cementerio se transforma e irónicamente, se vuelve el lugar con más vida del pueblo. Después de pasar algunas tumbas, podrás ver al centro del lugar el altar mayor, colocado por toda la comunidad en homenaje a todos los fallecidos del pueblo.
Al terminar tu recorrido por el cementerio, puedes visitar el interior de la iglesia, cuyo techo y retablos también son dignos de fotografiar.