Poco a poco, la CDMX va volviendo, el movimiento por las calles de distintas colonias se está reactivando como parte de una esperanza que mantenemos en el futuro. Así, en medio de la colonia Roma, Hugo se erige como uno de los bares para tomar vino fuera de lo tradicional, de todo lo conocido, y eso era lo que no sabíamos que nos hacía falta.
Se encuentra en la calle de Veracruz, a lado de un pequeño café estilo francés, Café Milou, que también les pertenece a los dueños de Hugo. Aunque ambos están inspirados en un estilo claramente europeo, se nota que Hugo está más enfocado en rescatar detalles quizá italianos o españoles, no solo por el uso de enseres sino porque todo su diseño es bastante sutil, como si quisiera pasar desapercibido en la calle. Sus interiores dejan ver una vitrina llena de vinos naturales, impresionante para quien se detenga al menos unos minutos a ver qué encuentra.
Como su apertura sucedió en medio de la pandemia, la barra en su interior se encuentra casi siempre vacía. Afuera, las mesas bajo los árboles no tardan en llenarse. Para llegar y asegurar un lugar, lo mejor es pedir una reservación pues de no ser así, es probable que el tiempo de espera sea bastante largo.
Vinos naturales para cada tiempo
La carta de Hugo es muy extensa, tan amplia como para demostrar su maestría y conocimiento en vinos naturales espumosos, blancos, tintos, rosados o naranjas. Se puede pedir una copa para empezar a probar cuanto se nos antoje y hasta pedir botellas enteras (si vas acompañado esta es una opción bastante viable); estas también están a la venta para llevar.
Para acompañar todos esos vinos naturales también venden comida. A diferencia de la carta de vinos, la de platillos no es tan grande. De hecho, son apenas pocas entradas, entre las que destacan los ostiones rincón ballena, los calamares fritos y boquerones con mantequilla de hierbas. Dentro de los platos fuertes, sobresalen la milanesa de cerdo (preparada un poco al estilo schnitzel alemán) y el pollo rostizado. Ahora bien, en los postres, a pesar de tener cuatro opciones, el cheesecake quemado es simplemente una maravilla: no empalaga y llega justo en el momento perfecto.
Lo bueno que tiene Hugo es que, gracias a que cuentan con una vastísima selección de vinos, se puede elegir uno distinto para cada tiempo que llega a la mesa. Parece mentira pero, en medio de la incertidumbre, este pequeño bar ofrece la calma que estábamos buscando.
Foto de portada de Elle Hughes en Unsplash